Directores y docentes de estudiantes con discapacidad narran sus experiencias de enseñanza en tiempos desafiantes. ¿Qué retos y oportunidades han encontrado durante los aprendizajes de estos alumnos en la pandemia y tras la vuelta a las aulas?
“Incluir no es dejar entrar, sino dar la bienvenida”, con este lema reciben los docentes y directores a sus estudiantes con discapacidad en la institución educativa Fe y Alegría N.° 52 de Ilo, en Moquegua. En esta escuela, donde se encuentran 32 estudiantes con diferentes condiciones de discapacidad, han logrado articular un modelo educativo en el que las familias y los compañeros de aula se involucran y acompañan los aprendizajes permanentemente.
“Hacemos que nuestros estudiantes con discapacidad desarrollen competencias y habilidades de la mano de sus compañeros, tanto en las aulas como en actividades de integración”, explica Julia Fernández Nina, directora de la escuela. Durante la pandemia, para no frenar los aprendizajes de los estudiantes, la escuela empleó recursos virtuales como videos y materiales interactivos en las clases virtuales. Además, se aprovecharon las entregas de alimentos para sensibilizar a las familias sobre las necesidades de los estudiantes con discapacidad.
A ello se sumó la adaptación curricular, la determinación de competencias necesarias a desarrollar en los niños con discapacidad y su acompañamiento psicológico. Una de las acciones más importantes fue el aprendizaje del lenguaje de señas por parte de la tutora de un niño con discapacidad auditiva, con el fin de poder comunicarse con él e impartirle conocimientos.
Esperanza en las alturas
En la comunidad de Corma, distrito de Acos (provincia de Acomayo, Cusco) está ubicada la institución educativa N.° 50063 Sangarará, a más de 3800 metros sobre el nivel del mar. La escuela alberga a seis estudiantes con discapacidad cuyos maestros han realizado todo tipo de esfuerzos para garantizar la continuidad de sus aprendizajes.
El uso de recursos en la nube y de plataformas web de aprendizaje, así como el manejo de tablets entregadas por el Minedu, fueron útiles durante el distanciamiento social. Sin embargo, las dificultades en la conectividad representaron las principales limitaciones.
Es por ello que el colegio apostó por tareas tradicionales y presenciales, como difundir los contenidos académicos por medio de una radio local e impartir clases en las casas de los alumnos.
“Hemos empleado fichas, anillado documentos y visitado las viviendas de los estudiantes. También fijamos horarios de comunicación con los papás”, cuenta Magda Tordoya Báez, directora de la institución.
El rol de los maestros fue un factor clave para llevar a cabo estas acciones. “Aquello que se ha realizado fue posible gracias a la voluntad y el compromiso de nuestros docentes. En lugares como este, donde está ubicada nuestra escuela, el 90 % de la responsabilidad en la formación de los estudiantes recae en los profesores, pues los padres no pueden complementar el trabajo de los docentes”, indica la autoridad.
Experiencia y dedicación
Tomás Meléndez Contreras es docente de 4.° grado de primaria en la institución educativa N.° 88036 Mariano Melgar de Chimbote, en Áncash. Este año se encarga de impartir enseñanzas a Daniel, un niño con dificultades en el habla.
Durante la pandemia, tuvo a su cargo a estudiantes con discapacidad pertenecientes a otros grados y, pese a todas las dificultades, buscó especializarse en ser un educador para alumnos con tales características.
“En base a esa necesidad, adoptamos algunas estrategias y mecanismos para realizar nuestra labor de la mejor manera, como recoger las experiencias de docentes que atienden a estudiantes con discapacidad”, sostiene.
La virtualidad también lo llevó a capacitarse en el uso de plataformas colaborativas, como Zoom o Google Meet, aunque, nuevamente, el limitado acceso a internet en la zona y las dificultades en el acompañamiento por parte de la familia fueron factores que jugaron en contra durante la educación virtual.
Esta experiencia durante el cierre de las aulas le ha aportado las habilidades necesarias para fortalecer los aprendizajes de Daniel.
El docente señala que adapta las actividades y materiales para este alumno, con el fin de facilitar la comprensión de las materias desarrolladas en clase.
Esperanza en las alturas
En la comunidad de Corma, distrito de Acos (provincia de Acomayo, Cusco) está ubicada la institución educativa N.° 50063 Sangarará, a más de 3800 metros sobre el nivel del mar. La escuela alberga a seis estudiantes con discapacidad cuyos maestros han realizado todo tipo de esfuerzos para garantizar la continuidad de sus aprendizajes.
El uso de recursos en la nube y de plataformas web de aprendizaje, así como el manejo de tablets entregadas por el Minedu, fueron útiles durante el distanciamiento social. Sin embargo, las dificultades en la conectividad representaron las principales limitaciones.
Es por ello que el colegio apostó por tareas tradicionales y presenciales, como difundir los contenidos académicos por medio de una radio local e impartir clases en las casas de los alumnos.
“Hemos empleado fichas, anillado documentos y visitado las viviendas de los estudiantes. También fijamos horarios de comunicación con los papás”, cuenta Magda Tordoya Báez, directora de la institución.
El rol de los maestros fue un factor clave para llevar a cabo estas acciones. “Aquello que se ha realizado fue posible gracias a la voluntad y el compromiso de nuestros docentes. En lugares como este, donde está ubicada nuestra escuela, el 90 % de la responsabilidad en la formación de los estudiantes recae en los profesores, pues los padres no pueden complementar el trabajo de los docentes”, indica la autoridad.
Experiencia y dedicación
Tomás Meléndez Contreras es docente de 4.° grado de primaria en la institución educativa N.° 88036 Mariano Melgar de Chimbote, en Áncash. Este año se encarga de impartir enseñanzas a Daniel, un niño con dificultades en el habla.
Durante la pandemia, tuvo a su cargo a estudiantes con discapacidad pertenecientes a otros grados y, pese a todas las dificultades, buscó especializarse en ser un educador para alumnos con tales características.
“En base a esa necesidad, adoptamos algunas estrategias y mecanismos para realizar nuestra labor de la mejor manera, como recoger las experiencias de docentes que atienden a estudiantes con discapacidad”, sostiene.
La virtualidad también lo llevó a capacitarse en el uso de plataformas colaborativas, como Zoom o Google Meet, aunque, nuevamente, el limitado acceso a internet en la zona y las dificultades en el acompañamiento por parte de la familia fueron factores que jugaron en contra durante la educación virtual.
Esta experiencia durante el cierre de las aulas le ha aportado las habilidades necesarias para fortalecer los aprendizajes de Daniel.
El docente señala que adapta las actividades y materiales para este alumno, con el fin de facilitar la comprensión de las materias desarrolladas en clase.
Esperanza en las alturas
En la comunidad de Corma, distrito de Acos (provincia de Acomayo, Cusco) está ubicada la institución educativa N.° 50063 Sangarará, a más de 3800 metros sobre el nivel del mar. La escuela alberga a seis estudiantes con discapacidad cuyos maestros han realizado todo tipo de esfuerzos para garantizar la continuidad de sus aprendizajes.
El uso de recursos en la nube y de plataformas web de aprendizaje, así como el manejo de tablets entregadas por el Minedu, fueron útiles durante el distanciamiento social. Sin embargo, las dificultades en la conectividad representaron las principales limitaciones.
Es por ello que el colegio apostó por tareas tradicionales y presenciales, como difundir los contenidos académicos por medio de una radio local e impartir clases en las casas de los alumnos.
“Hemos empleado fichas, anillado documentos y visitado las viviendas de los estudiantes. También fijamos horarios de comunicación con los papás”, cuenta Magda Tordoya Báez, directora de la institución.
El rol de los maestros fue un factor clave para llevar a cabo estas acciones.
“Aquello que se ha realizado fue posible gracias a la voluntad y el compromiso de nuestros docentes. En lugares como este, donde está ubicada nuestra escuela, el 90 % de la responsabilidad en la formación de los estudiantes recae en los profesores, pues los padres no pueden complementar el trabajo de los docentes”, indica la autoridad.
Experiencia y dedicación
Tomás Meléndez Contreras es docente de 4.° grado de primaria en la institución educativa N.° 88036 Mariano Melgar de Chimbote, en Áncash. Este año se encarga de impartir enseñanzas a Daniel, un niño con dificultades en el habla.
Durante la pandemia, tuvo a su cargo a estudiantes con discapacidad pertenecientes a otros grados y, pese a todas las dificultades, buscó especializarse en ser un educador para alumnos con tales características.
“En base a esa necesidad, adoptamos algunas estrategias y mecanismos para realizar nuestra labor de la mejor manera, como recoger las experiencias de docentes que atienden a estudiantes con discapacidad”, sostiene.
La virtualidad también lo llevó a capacitarse en el uso de plataformas colaborativas, como Zoom o Google Meet, aunque, nuevamente, el limitado acceso a internet en la zona y las dificultades en el acompañamiento por parte de la familia fueron factores que jugaron en contra durante la educación virtual.
Esta experiencia durante el cierre de las aulas le ha aportado las habilidades necesarias para fortalecer los aprendizajes de Daniel.
El docente señala que adapta las actividades y materiales para este alumno, con el fin de facilitar la comprensión de las materias desarrolladas en clase.
Progreso y socialización
Ser por primera vez maestro de estudiantes con discapacidad es algo que motiva a Víctor Arteaga Loano, quien se desempeña en seis secciones de 4.° grado de secundaria de la institución educativa nacional Santa Lucía de la ciudad de Ferreñafe, en Lambayeque. Arteaga es profesor de tres alumnos con discapacidad auditiva y visual, por lo que su labor es fundamental para la comprensión de materias y el desarrollo de habilidades de estos estudiantes en la presencialidad.
Él refiere que emplear con eficacia materiales como fichas de trabajo y recursos multimedia le ha servido para cumplir con su labor. Además, sostiene que propiciar la integración entre compañeros de aula es una práctica muy enriquecedora. “El relacionamiento de los estudiantes con discapacidad con sus demás compañeros hace que se sientan parte de una comunidad y que se convenzan de que sus aportes son valiosos”, comenta.
Análisis y perspectivas de los aprendizajes
¿Qué es aquello que se desprende de lo vivido durante la pandemia y con el retorno a clases? Los educadores son conscientes de que este tiempo les ha revelado aspectos que deben ser tomados en cuenta inmediatamente y también para el largo plazo.
Por ejemplo, existe consenso en que la crisis sanitaria ha debilitado los aprendizajes de los estudiantes con discapacidad, ya que en sus casos la educación presencial es irremplazable. “Ha habido un retroceso en la adquisición de conocimientos, lo cual es perjudicial para nuestro sistema educativo”, menciona Tomás Meléndez.
Él añade que esto debe ser comprobado y medido de manera adecuada y con los métodos pertinentes.
Por su parte, Julia Fernández señala que “la evaluación del impacto de la pandemia en los aprendizajes de los estudiantes con discapacidad debe hacerse de manera individual y con instrumentos apropiados y coherentes según sus necesidades particulares”.
El desafío de incluir a los estudiantes con discapacidad en las evaluaciones es asumido y realizado por el Minedu a través de la UMC. En cada una de las evaluaciones muestrales y censales se aplican instrumentos específicos y pruebas adaptadas a las necesidades de los estudiantes con discapacidad.
La reciente Evaluación Muestral 2022 incluyó en su aplicación a más de 1200 estudiantes con discapacidad en todo el Perú, lo que permitirá contar con información sobre los aprendizajes en las escuelas y desarrollar acciones pertinentes para esta población estudiantil.
“Muchas veces sentimos cansancio en nuestro trabajo, pero nos reconforta y nos da una gran satisfacción contribuir con los aprendizajes de los estudiantes del país”, apunta el profesor Meléndez.
Encuentra más información sobre la participación de los estudiantes con discapacidad en las evaluaciones de logros de aprendizaje en este enlace: umc.minedu.gob.pe/discapacidad/.
Oficina de Medición de la Calidad de los Aprendizajes Calle Morelli N° 109, San Borja - Lima, Perú (511) 615-5800 anexo 21212
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